sábado, 17 de marzo de 2012

Paréntesis temporal

De niño, mucho antes que los educadores me llenaran la cabeza con incipientes explicaciones de porqué la tierra gira sobre su propio eje, me pregunté a qué se debía este fenómeno.

Tras varias teorías de dudosa sustentabilidad llegué a pensar que la tierra giraba, y provocaba de esta manera su traslación alrededor del sol, por el mismo efecto que un barril se mueve cuando caminamos sobre él, donde nuestros pasos hacen que el barril gire y se desplace en dirección contraria a la que nosotros caminamos.

A la luz de este principio físico, sin duda alguna aprendido de distintos dibujos animados, era claro que la tierra debería girar en dirección contraria a la que camina la mayoría de la gente.

Años después, en una conversación informal, escuche aquella teoría que reza que si todos los habitantes de China saltan al mismo tiempo podrían sacar a la tierra de su órbita. Pensando en éso recordé mi archivada teoría sobre el movimiento de la gigante esfera y concluí que si todos nos poníamos de acuerdo para caminar en la misma dirección podíamos controlar el movimiento del planeta. Lamentablemente en aquella época no existían Facebook ni Twitter para generar tamaña movida.

Con el efecto de sustancias legales (y no tanto) en mi cuerpo relacioné todo esto con aquella escena de Superman en la que el superhéroe vuela a la velocidad de la luz en sentido contrario a la dirección de rotación de la tierra y logra volver en el tiempo. Con semejante demostración de que se puede viajar en el tiempo y poniéndonos todos de acuerdo podríamos caminar en la dirección correcta para hacer que la tierra invierta su recorrido y así volver en el tiempo en una suerte de máquina del tiempo comunista.

Pero analizando que sucedería luego de volver el tiempo caí en cuenta que volveríamos hasta el momento en que todos caminábamos en direcciones dispares, haciendo que la tierra vuelva a su curso habitual y, con ella, el tiempo fluya como siempre lo ha hecho. Los días pasarían hasta llegar el día en que todos nos pondríamos de acuerdo para caminar en la misma dirección y una vez más regresar a la época en que no estábamos desorganizados, y así quedar atrapados para siempre en un paréntesis temporal entre esos dos sucesos.

Al darme cuenta de esto entendí que en el mundo existe una secreta conspiración de una tribu antigua y sabia que se encarga de caminar en la dirección correcta, evitando que caigamos en esta terrible trampa. Pero al escribir estas líneas me pregunto si no habremos caído ya en la broma pesada de Dios y yo ya habré escrito esto centenar de veces y ustedes lo leerán una y otra vez por la eternidad.