Tenemos a las hetairas para el placer, a las criadas para que se hagan cargo de nuestras necesidades corporales diarias y a las esposas para que nos traigan hijos legítimos y para que sean fieles guardianes de nuestros hogares.
Demóstenes (384 a.c. - 322 a.c.)
Cómo y cuándo se originó no se sabe a ciencia cierta, pero existen archivos muy antiguos que dejan constancia de la existencia de la prostitución en el siglo V ó VI a.c.
Algunos pueblos antiguos, como el griego, diferenciaban a las prostitutas del resto de las mujeres, dándole mayores privilegios.
Las hetairas, o heteras, eran prostitutas muy bellas y con un alto nivel de educación, en una época en la que las mujeres eran consideradas como un mal necesario que sólo servían para procrear y no recibían ningún tipo de educación. Algunos historiadores aseguran que algunas hetairas recibieron funerales con mayores honores que muchos hombres de estado. Las hetairas servían como damas de compañía y también prestaban favores sexuales.
Estas mujeres, por su belleza y educación, llegaron a acompañar a filósofos, artistas y políticos muy influyentes en la antigua Grecia. Aspasia fue compañera de Pericles, y hay quienes dicen que ella tuvo mucho que ver en las decisiones del político y orador ateniense.
Friné era vendedora ambulante y pastora, pero su belleza cautivó a un hombre que la llevó a Atenas para que pudiera estudiar en la escuela de hetairas. Luego Friné se convirtió en la amante y musa inspiradora del célebre escultor Praxíteles.
El artista quiso regalarle a su compañera una de las esculturas que había hecho como forma de pago por sus servicios. Friné no entendía de arte y no sabía cuál de las esculturas elegir, por lo que ideó un plan para tomar la decisión. Pidió a un criado que durante la cena entrara al salón gritando que el estudio estaba en llamas. Al escuchar ésto Praxíteles pidió que salvaran la estatua de Eros, y fue justamente ésa escultura la que Friné pidió. Luego la hetaira entrego dicha pieza a su ciudad natal.
Por su belleza, Friné fue comparada constantemente con la diosa Afrodita, lo que provocó que fuese acusada de impiedad, el mismo cargo por el cual Sócrates fue condenado a muerte. El defensor de Friné fue Hipérides, uno de los mejores oradores de la época. Aún así, los argumentos esgrimidos por el defensor no lograban convencer al jurado para absolver a la acusada. Como último recurso Hispérides hizo que Friné se desnudara frente a todos para demostrar que su belleza era comparable con la de una diosa. El jurado, casi sin deliberar, decidió absolverla de manera unánime.