domingo, 22 de abril de 2007

Y sin embargo se mueve

Durante años la humanida pensó que que la tierra era plana hasta que un loco navegante llamado Critobal Colón, en 1492, accidentalmente logró llegar a América en busca de las Indias.


Años después, en 1514, un astrónomo llamado Nicolás Copérnico formuló su primer modelo heliocéntrica, según el cual la tierra no era el centro del universo, como sostenía la teoría geocéntrica. En aquellos años la tecnología no era suficiente como para demostrar ni refutar lo que Copérnico decía, por lo que su modelo quedó como una simple teoría.


No fue hasta principios del siglo XVII que Galileo Galilei, con los conocimientos previos legados de Copérnico y tras la invención del telescopio pudo acercarse más a una prueba feaciente de que el modelo heliocéntrico era cierto. Pero las cosas no fueron tan sencillas como publicar los resultados de sus investigaciones y sentarse a ver cómo la gente iba abriendo sus ojos ante la innegable verdad.


La teoría geocéntrica tenía muchos adeptos fervorosos que no iban a dejar que se la tirasen a tierra así nomás. Muchos de éstos eran admiradores de Aristóteles, creador de la teoría geocéntrica, quienes se apoyaban en el prestigio que el filósofo Griego tenía como argumento para que sus ideas no pudiesen ser cuestionadas.


Otro gran grupo que estaba en contra de la investigación de Galilei era la Iglesia Católica Romana, puesto que la teoría de Copérnico iba en contra de lo que la Biblia decía sobre la creación del universo.


Durante añosLa Iglesia y los estudios de Galileo convivieron bajo la promesa de que los resultados no fuese publicados. Pero en 1632 Galileo publicó sus estudios sobre el modelo heliocéntrico y ésto llevó a la Iglesia Católica, por medio de la Santísima Inquisición, a juzgar a Galileo. Ante el tribunal de la Inquisición el astrónomo tuvo que retractarse de sus escritos para salvarse de la hoguera, destino que le espara a Giordano Bruno al ser acusado de hereje, entre otras cosas, por sostener la teoría de Copérnico. En 1933, a los 70 años de edad, Galileo Galilei fue condenado a arresto domiciliario.


La leyenda dice que cuando Galileo estaba dejando la iglesia de Santa María sopra Minerva, donde fue enjuiciado, se lo escuchó murmurar "Eppur si muove" que en latín quiere decir "Y sin embargo se mueve" como un claro símbolo de renunciamiento al rechazo que había hecho de sus propias investigaciones.


Pasan los años y me pregunto que sorpresas nos guarda el destino. Cuáles ideas que damos por verdades absolutas se convertirán en grandes equivocaciones antes de darnos cuenta. Parece adecuado dejar siempre una ventanita abierta a la duda porque nunca se sabe cuándo por ignorancia propia o conveniencia ajena se puede estar viviendo con falsos preceptos tomados como verdaderos.

lunes, 9 de abril de 2007

Una Churchillada

Winston Churchill no sólo ha sido una de las grandes figuras de la historia mundial y un historiador de los más importantes. También parece haber tenido una vida privada bastante interesantes. Entre las anécdotas que se le atribuyen esta aquella que circula por internet en forma de mail masivo en la que su padre ayuda a Alexander Fleming (descubridor de la penisilina) a estuiar en las universidades mas importante y luego el descubrimiento de Fleming termina salvandole la vida.


Pero hay una anécdota un poco menos difundida que yo creía que le pertenecía a otra persona, pero por lo que leí en Internet parece que es de él.


Una vez recibió un mensaje que decía "Imbécil". Cuando se refirió públicamente a lo sucedido dijo: "He recibido muchas cartas anónimas, pero es la primera vez que recibo una firma sin mensaje."


Una salida elegante digna de un caballero inglés.

jueves, 5 de abril de 2007

Historia de Pascuas

Nota: El siguiente texto podría ser ofensivo para personas de religión católica. Si el tratar ciertos temas católicos la nubla razón y le provoca unas ganas irrefrenables de entrar en interminables discusiones sin sentido, le recomendamos no leer éste artículo. La vida de su monitor podría correr peligro. Por su atención y comprensión muchas gracias.


En el Jueves Santo Jesús tuvo su última cena acompañado por sus discípulos y un montón de paparazzis que los pintaron en aquel memorable momento. Quizás el paparazzi que mejor lo hizo fue Leonardo da Vinci que supo aprovechar su buena colocación frente a la escena y logró que los discípulos se sentaran 6 a cada lado de Jesús para que la imagen fuese más equilbrada. Nadie puede descifrar porqué en lugar de sentarse todos en el mismo lado de la mesa no lo dejaron a Jesús en la cabecera y se sentaron 6 a cada lado para aprovechar mejor la superficie de la mesa.


Para el Viernes Jesús ya había sido arrestado, condenado y fue crucificado. Ésto demuestra una envidiable eficiencia en el accionar policial y jurídico. Si hoy tuviesen que detener a Jesús se pasaría un par de años en carcel antes de que salga su condena, después saldrían los de derechos humanos a decir que la crucificción esto y que las condenas a muerte lo otro, y Jesús se ganó un par de meses mas de vida. Cuando finalmente deciden matarlo ya nadie se acuerda porqué lo habían condenado y la ejecución tiene menos público que el ¿nuevo? programa de Tinelli.


El Sábado tipo que pasó sin penas ni glorias. Los familiares, conocidos y allegados de la víctima se hicieron presentes en el lugar donde yacía el obsiso y dieron sus salutaciones a la madre (¿y a la viuda?) del mismo quien permanecía en compañía de Juan, uno de los amigos del difunto.


Y al tercer día resucitó entre los muertos. Habiendo muerto el Viernes, el Sábado fue el primer día, el Domingo el segundo y entonces resucitó el Lunes. Pero como turísticamente conviene que la fiesta sea el Domingo, para que el fin de semana no sea por de más largo, lo hacemos resucitar el Domingo. Si corremos todos los feriados para el Lunes, ¿por qué no correr un milagro menor?.


Lo que los historiadores no han logrado aclarar todavía es si lo que Jesús tenía bajo el brazo a la hora de volver del más allá, al mejor estilo Víctor Sueiro, era un huvito o un conejo. Lo cierto es que era de chocolate. Se lo entregó a sus discípulos y se elevó a los cielos en una maniobra aprendida del mismísimo David Copperfield.


Todo ésto sucedió en la isla que ahora conocemos como Isla de Pascuas. Lugar donde nacen y se añejan los Viejitos Pascueros.