Caminaba por el centro de la ciudad en horario comercial.
La gente se apresuraba de un lado al otro porque llegaba el receso de mediodía y a esa hora todos se acuerdan que tenían cosas que hacer.
Entre el caótico tumulto apareció en sentido contrario al mío una chica que iba completamente abstraída en sus pensamientos. Su ritmo era completamente distinto al del resto. Camina con el ritmo normal de una persona, pero el apuro general hacía parecer que flotara. Nunca notó mi presencia ni la de las demás personas que la esquivaban en su carrera.
Un poco antes de pasar por mi lado se le dibujó en el rostro una sonrisa honesta. De esas sonrisas involuntarias que se nos escapan cuando a la mente nos vienen gratos recuerdos que, quizás, teníamos olvidados en un rincón.
Al ver eso bajé el ritmo, pero no me detuve por miedo a ser atropellado por una señora que llegaba tarde a pagar la factura del teléfono. Pero esa simple sonrisa me hizo sonreír.
Este sería un mundo mucho más sonriente si todos nos dejáramos contagiar por las cosas buenas en lugar de imitar las malas costumbres.
Con una sonrisa en mi cara me pregunté qué habría generado aquella sonrisa que ahora incitaba la mía. Pero después me dí cuenta que eso no importaba. Lo importante es que entre tanta locura y apuro todavía hay gente que se tome el tiempo para sonreír.
5 comentarios:
supongo que esto es la contracara de las cosas que a mi me molesta cuando estoy en la calle
Quizásalguie viendo tu sonrisa y tu nuevo ritmo al caminar se contagio y mientras pensaba porque sonreías, alguien lo vió sonrei y sonrió, .....
Un beso.
"Quien solo se ríe, de sus maldades se acuerda"
Eso dicen, pero los dichos no se aplican siempre.
Va a pasar como la propaganda donde se contagiaban el bostezo...
Ahora hablando en serio, se viviría mucho mas tranquilo se la gente se dejara de quejar tanto.
Publicar un comentario