Durante años la humanida pensó que que la tierra era plana hasta que un loco navegante llamado Critobal Colón, en 1492, accidentalmente logró llegar a América en busca de las Indias.
Años después, en 1514, un astrónomo llamado Nicolás Copérnico formuló su primer modelo heliocéntrica, según el cual la tierra no era el centro del universo, como sostenía la teoría geocéntrica. En aquellos años la tecnología no era suficiente como para demostrar ni refutar lo que Copérnico decía, por lo que su modelo quedó como una simple teoría.
No fue hasta principios del siglo XVII que Galileo Galilei, con los conocimientos previos legados de Copérnico y tras la invención del telescopio pudo acercarse más a una prueba feaciente de que el modelo heliocéntrico era cierto. Pero las cosas no fueron tan sencillas como publicar los resultados de sus investigaciones y sentarse a ver cómo la gente iba abriendo sus ojos ante la innegable verdad.
La teoría geocéntrica tenía muchos adeptos fervorosos que no iban a dejar que se la tirasen a tierra así nomás. Muchos de éstos eran admiradores de Aristóteles, creador de la teoría geocéntrica, quienes se apoyaban en el prestigio que el filósofo Griego tenía como argumento para que sus ideas no pudiesen ser cuestionadas.
Otro gran grupo que estaba en contra de la investigación de Galilei era la Iglesia Católica Romana, puesto que la teoría de Copérnico iba en contra de lo que la Biblia decía sobre la creación del universo.
Durante añosLa Iglesia y los estudios de Galileo convivieron bajo la promesa de que los resultados no fuese publicados. Pero en 1632 Galileo publicó sus estudios sobre el modelo heliocéntrico y ésto llevó a la Iglesia Católica, por medio de la Santísima Inquisición, a juzgar a Galileo. Ante el tribunal de la Inquisición el astrónomo tuvo que retractarse de sus escritos para salvarse de la hoguera, destino que le espara a Giordano Bruno al ser acusado de hereje, entre otras cosas, por sostener la teoría de Copérnico. En 1933, a los 70 años de edad, Galileo Galilei fue condenado a arresto domiciliario.
La leyenda dice que cuando Galileo estaba dejando la iglesia de Santa María sopra Minerva, donde fue enjuiciado, se lo escuchó murmurar "Eppur si muove" que en latín quiere decir "Y sin embargo se mueve" como un claro símbolo de renunciamiento al rechazo que había hecho de sus propias investigaciones.
Pasan los años y me pregunto que sorpresas nos guarda el destino. Cuáles ideas que damos por verdades absolutas se convertirán en grandes equivocaciones antes de darnos cuenta. Parece adecuado dejar siempre una ventanita abierta a la duda porque nunca se sabe cuándo por ignorancia propia o conveniencia ajena se puede estar viviendo con falsos preceptos tomados como verdaderos.