Si tuviese una máquina del tiempo no gastaría mis viajes para evitar el nacimiento de Hitler ni el asesinato de John Lennon.
Viajaría a 1986 para ver cómo, en el Estadio Azteca, Maradona elude Ingleses para hacer el gol más lindo en la historia de los Mundiales.
Iría al bar El Cairo de Rosario y me sentaría cerca de la mesa de los galanes para poder escuchar las conversaciones de Fontanarrosa y sus amigos.
Y en Wembley asistiría a un recital de Queen para escuchar la voz de Freddie Mercury.
Por supuesto que también volvería sobre mis pasos. Iría a mi encuentro. Pero no para modificar mis decisiones ni tampoco evitar mis errores. Simplemente para vivir con más intensidad algunos momento. Tan sólo para disfrutar más de algunas personas.
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